Es domingo 11 de noviembre, hace un rato fuimos a la casa de la abuelita a empezar a limpiar, ya que nos dijeron que el agua de las inundaciones ya había despejado esa calle y se podía entrar libremente.
La calle Matamoros, como se ve, eran cerros de basura
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Decir “el recuento de los daños” es una frase bastante complicada, porque en realidad, lo que se está haciendo es “el recuento de lo que se salvó”, que en realidad es tan poco… por no decir NADA…
Fuera de la casa de la abuelita, una lástima ver todo perdido
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Fue tan triste, algo inexplicable ver todo, absolutamente todo mojado y sucio, a excepción de los ventiladores que están pegados al techo. La pérdida fue prácticamente del 100%. Fue triste, muy triste caminar por esas calles llenas de basura… basura que hacían 2 semanas eran colchones, equipos de audio, televisores, muebles, sillas, mesas, etc., etc., todo, todo se perdió… inexplicablemente triste el panorama.
Olor fétido.
Explicar el olor que había dentro de la casa es algo imposible… sinceramente era algo que te penetraba la nariz y te hacía arrugar el rostro… para dar un ejemplo, dentro de la casa encontramos al menos una decena de pescaditos muertos de unos 10 o 15 centímetros… eso, obviamente despide un olor asqueroso. Luego, logramos poner de pie uno de los refrigeradores que estaba tirado, pues cuando lo abrimos sentí, yo creo, el peor olor que he percibido en mi vida… la comida que había dentro estaba podrida y despedía un olor que es imposible de explicar.
Esta foto es dentro del cuarto de la tía Angelita, después de mover los muebles, camas, etc. el piso lleno de lo que ahora es basura, realmente un desastre.
Espero que toda esa gente, especialmente mis tías tengan la fuerza suficiente para “comenzar de nuevo” porque en este momento, literalmente no tienen ni siquiera donde dormir… y así como ellas, son muchas, muchas personas las que están en la misma situación.
Dios les ayude.