Desde nuestra salida de Villahermosa, Tabasco en México, hasta la llegada a Talca, allá en Chile, tuvimos que pasar por muchas situaciones fuertes, muchos sentimientos, alegría, llanto, felicidad, coraje, impotencia, nerviosismo, etc… fue un viaje lleno de anécdotas, de tensión, de stress.
En este “post” les relataré toda esta aventura que fue nuestro viaje a Chile en diciembre de 2003:
Como contexto, en ese tiempo no había tanta facilidad en el tema de las comunicaciones, no existía Whatsapp, ni siquiera los Smartphones, y peor aún, mi familia y yo no contábamos con tanta disponibilidad de dinero. En este tiempo, año 2003, las líneas aéreas te pedían que confirmaras tu vuelo telefónicamente dentro de las 48 horas previas al vuelo, lo que hoy en día es el web check in… insisto, en ese tiempo no existían las facilidades de hoy (2020), hoy entras a una APP en tu celular y puedes ver si todo está ok.
Nosotros viajaríamos en diciembre 2003, y habíamos comprado nuestros boletos más o menos en mayo, es decir, unos 7 meses antes, ya que encontré la opción de obtenerlos más baratos, para ello tuvimos que viajar a la Ciudad de México a buscar los boletos impresos, cosa que hoy en día no existe… hoy todo lo tienes electrónicamente en un aparato que cabe en tu bolsillo.
En aquellos años, una llamada telefónica de Villahermosa a México no era tan fácil y cotidiana como hoy en día; hoy prácticamente no cuesta. Por esta razón le pedí a mi amigo Carlos Céspedes, que en ese tiempo vivía en México D.F. que me hiciera el favor de llamar a la línea aérea y confirmar mi vuelo.
Como la comunicación en ese tiempo no era tan fluida como hoy, jamás supe que Carlos había llamado a la línea aérea, yo confié que si, pero ya con el tiempo pienso que jamás lo hizo, y no se imaginan como me arrepiento de no haberlo hecho yo, aunque me costara 20, 30 o 100 pesos esa llamada.
Llegó el día.
El plan era el siguiente:
- Salir de Villahermosa un viernes en la noche.
- Llegar el sábado muy temprano a la CDMX,
- Estar todo el sábado allí,
- Dormir en la CDMX y al otro día (domingo) presentarnos a las 6AM en el aeropuerto para el vuelo a Bogotá que estaba marcado a las 9AM (piden 3 horas para vuelos internacionales)
Domingo: Empieza el nerviosismo
Después de llegar a la CDMX, pasear todo el sábado y dormir, llegó la hora de levantarse… hasta ahí todo bien, con esas ansias de viajar que siempre sentimos los que vamos a iniciar un viaje.
Con Carlos quedamos el día anterior que me pasaría a buscar a las 5:30 AM para estar a las 6 en el aeropuerto… Nosotros ya listos, peinados y perfumados, con todo preparado incluso nos salimos a la calle a esperar a mi amigo, porque repito, las ansias eran muchas y no queríamos perder tiempo en que llegara, tocara la puerta, etc… repito, no existía Whatsapp como hoy… Ahora llegas y mandas un mensaje y la persona sale…
Nos paramos fuera con las maletas y Danna que estaba muy pequeña… aún no terminaba de amanecer… pero Carlos no llegaba… estaba algo retrasado… Sin un celular era imposible saber si se había dormido, si ya iba en camino, si le pasó algo, etc… no sabíamos nada… seguíamos esperando en la calle fuera del lugar donde nos hospedamos… Pasaban los minutos pero Carlos no llegaba… ya comenzaba el nerviosismo. Dieron las 5:30, 5:40, 5:50… y Carlos no aparecía. Aquí nuevamente me faltó determinación, ya que perfectamente pudimos agarrar un taxi que nos llevara al aeropuerto, porque ya era bastante tarde, ya eran casi las 7 de la mañana. Yo estaba más que nervioso ya que era demasiado tarde y la idea de perder un vuelo no estaba ni siquiera como broma en mis pensamientos… Al final apareció su auto por la esquina después de las 7, demasiado tarde… a esa hora ya teníamos que estar en el aeropuerto hacía más de una hora, pero bueno, ya estaba un poco más tranquilo, ya estábamos en camino a la terminal aérea.
La llegada al aeropuerto, empiezan los problemas.
Llegamos al aeropuerto como a las 7:40, bastante tarde, DEMASIADO TARDE; el aeropuerto estaba muy lleno de gente, ya que era diciembre, era un CAOS. En la fila de pasajeros de Avianca éramos los últimos, pero yo ya estaba un poco más tranquilo, ya que estábamos en la fila correcta y aún estaban revisando las maletas a toda la gente, maleta por maleta.
Después de revisar nuestras maletas y pasar al mostrador nos dijeron lo que jamás imaginé: “no podíamos viajar porque habíamos llegado tarde“; obviamente no podía creerlo… les dije que cómo iba a ser posible, porque como todos los pasajeros hicimos la misma fila, pero la señorita nos insistió que no, que habíamos llegado tarde a la fila, y que por eso no podíamos viajar, que ya no había cupo en el avión, y que tendría que esperar el siguiente vuelo de Avianca que sería el martes a la misma hora y era un verdadero problema porque era recién domingo y yo no tenía dinero, ya que me depositarían mi sueldo el día 15, así que esto me puso el triple de molesto y de nervioso, porque estaba entendiendo que perdería el vuelo, cosa que no quería ni pensarlo, primero por el dinero y porque serían menos días los que estaría en Chile… y tanto que me había costado conseguirme más días de vacaciones.
Totalmente indignado me puse a reclamar que no podían hacerme esto, que por lo mismo compré el boleto hacían varios meses, pero me insistieron que no iba a poder viajar porque había llegado tarde a la fila y que el avión iba a salir en 5 minutos, pero yo le dije que no, que el vuelo era a las 9 de la mañana y apenas eran las 8:15, a lo que la muchacha me dice no, que el vuelo se había cambiado para las 8:20… aquí me molesté el doble, porque cómo era posible que cambiaran el horario del vuelo sin avisar, que para eso habíamos hablado para confirmar el vuelo, pero ella dijo que yo debí haber preguntado si no iban a cambiar el horario… (mucho después caí en la cuenta que mi amigo Carlos jamás llamó telefónicamente para confirmar el vuelo… ahí le hubiesen dicho)
Luego, llamó a un joven, se supone que era el gerente, y me dijo en un tono bastante grosero y burlesco que él me había visto llegar tarde a la fila y que no tenía derecho a reclamar porque la cita era a las 6AM. Yo estaba totalmente molesto, enojado, con mucha impotencia. Carlos igual se puso a discutir con esta gente de Avianca por todo lo que estaba pasando, porque este viaje lo estábamos haciendo con mucho esfuerzo y que nos digan que íbamos a perder el avión era la peor noticia que podría recibir. Pasaban los minutos y seguíamos discutiendo con esta gente, que no nos daban ninguna esperanza de poder realizar nuestro viaje, además que el avión ya había salido hace rato. Lo peor de todo era que yo desconocía lo que dice el reglamento referente a cuando un pasajero pierde un vuelo por las razones que lo perdí yo, ya que la línea aérea debe ofrecer transporte, comida y alojamiento a un hotel a la espera del siguiente vuelo, pero como yo desconocía este punto no lo pude reclamar.
De un repente apareció la primera persona amable de Avianca, por fin alguien decente; El nos habló bien correctamente y se encargó de tranquilizarnos y de decirnos que no hemos perdido ningún viaje, que de todas formas nosotros íbamos a poder viajar, y habían varias opciones, la primera de ellas era esperar un vuelo de Lan Chile (operado por Aeroméxico) que saldría a las 11 de la mañana (unas 2 horas después de ese momento), y que ya estaban haciendo la fila los pasajeros a unos metros de nosotros, entonces para poder volar, tendría que esperar hasta que pase el último pasajero y que ellos me dijeran si quedaban 2 asientos desocupados en el avión para poder acomodarnos a nosotros. Yo le pregunté que si esa opción fallaba cuál era la siguiente… a lo que me dijo que había otro Lan Chile esa misma noche y que era la misma situación, esperar que quedara un par de asientos desocupados, y si no, al otro día (lunes) era lo mismo, dos vuelos de Lan Chile, uno en la mañana y otro en la noche… y si todas estas opciones fallaban, definitivamente viajaría el día martes en el Avianca que me había comentado antes. Obviamente ante esta situación acepté esperar la fila del Lan Chile que estaba al lado de nosotros.
Paralelamente, en Chile, todos sabían que iba a llegar a Santiago el lunes en la mañana, ya que el Avianca pasaría por Bogotá y estaríamos cerca de 7 horas para esperar el otro avión, luego pasar por Buenos Aires y finalmente a Santiago, como ven era un viaje cansadísimo y largo.
Lo que yo no sabía era que la mayoría de mis familiares y amigos habían contratado un autobús para viajar de Talca a Santiago y poder recibirme en el aeropuerto el lunes en la mañana, (Talca está a unos 260 kms. de Santiago, unas 3.5 hrs.). Con todo esto, yo ya no sabía cuándo iba a poder llegar definitivamente a Santiago, así que quería esperar alguna confirmación para poder llamar a Chile a mis padres y avisarles, pero no me iban a confirmar hasta estar prácticamente dentro del avión. Lo bueno, era que de poder volar en el Lan Chile que aún estaban haciendo la fila, el viaje sería directo (unas 9 horas) y llegaría ese mismo domingo a Santiago en la noche, y no el lunes como lo iba a ser el Avianca, pero aún no sabía si iba a poder viajar en ese Lan Chile.
Mientras pasaban los pasajeros de Lan Chile, en Avianca me hicieron algunos documentos para que me pudieran acomodar en ese Lan en caso de haber espacio en el avión, así que al pasar el último pasajero de la línea chilena pasamos nosotros y me dijeron que efectivamente el avión no estaba completo, que podría documentar, pero existía un gran problema y era que si llegaba otro avión que hiciera -conexión- con este que iba a Chile nosotros teníamos que bajarnos para darle cabida al pasajero con boleto de Lan Chile, porque ellos tenían que darle preferencia a sus clientes así que me preguntaron que si iba a correr el riesgo y documentar el equipaje… obviamente yo les dije que si, porque si ya estábamos en esto tenía que llegar hasta el final, y bueno, rogándole a Dios que no llegara ningún vuelo que hiciera conexión hacia Chile para poder viajar, así que documentamos el equipaje y nos dirigimos a abordar bien rápido, porque el avión iba a salir dentro de unos 15 a 20 minutos.
Al despedirme de Carlos y su esposa, y al no saber aún si iba a poder viajar o no, le pedí el favor que si yo no regresaba a ese mismo lugar dentro de la siguiente media hora era porque definitivamente pude viajar y que hablara por teléfono a mi cuñada a Villahermosa para que ella llamara a Rodrigo, mi hermano en Chile y le explicara todo, que perdimos el vuelo y que nos habían acomodado en un vuelo directo por lo que llegaríamos no el lunes, sino que el mismo día domingo cerca de las 10 u 11 de la noche y ver si mis papás me iba a recibir a Santiago. Ahora bien, si llegaba a ese lugar dentro de la media hora era porque no pude viajar…
El abordaje… nerviosismo al 100%.
Pasamos a abordar, muy nerviosos porque el avión estaba a minutos de despegar y nosotros aún pasando por algunas cosas, ya que yo tuve que hacer otra fila para que me timbraran (sellaran) mi FM3, y delante de mi había una persona con unos 5 o 6 Formas Migratorias de toda su familia, y la mujer que hacía ese trabajo era bastante lenta… yo estaba desesperado. Mientras tanto Lisset y Danna pasaban el equipaje de mano por un detector de metales, pero yo veía que se estaban tardando mucho ahí, y que pasaban varias veces una maletita de Danna… Lisset me comentó después que el aparato detectaba unas -agujas gigantes- por lo que no las dejaban pasar… era el colmo porque el avión ya casi salía, al final abrieron la maleta de Danna y comprobaron que esas agujas gigantes era su escobilla para lavar los biberones (mamaderas)…
Subir al avión, asientos separados, coincidencia tremenda…
Pasando estos dos trámites que nos hicieron perder unos 4 o 5 minutos que fueron una eternidad, fuimos a subirnos al avión, pero era un desorden de gente impresionante. Por ser los últimos pasajeros nos tocaron asientos muy separados, a Lisset le tocó bien adelante y a mi casi al fondo, así que decidimos que yo subía con Danna más una maleta de mano y Lisset subiría con otras dos maletitas de mano. Llegando a mi asiento, y con mucho trabajo pude acomodarme, no sabía donde estaba Lisset ni sabía si todavía había posibilidad de que nos bajaran del avión, era una situación bastante complicada, incómoda, estresante. Al lado mío se sentó una señora joven, le pregunté que si viajaba sola, pero me dijo que no, que viajaba con su esposo, pero que le había tocado el asiento X (no recuerdo bien el número) y yo recordaba que Lisset tenía el de al lado… Así que le dije, A mi esposa le tocó al lado de su marido, por qué no nos cambiamos así que me dijo obviamente que si, así que ella agarró su chaqueta (chamarra) y se fue hasta donde estaba su marido, y en unos pocos segundos Lisset llegó a mi lado. Esto fue la coincidencia más grande que podría pasarnos en el vuelo… Ya junto a Lisset esperábamos que no nos llamaran por los altoparlantes del avión diciendo que los pasajeros Lisset Montejo y Jorge Gutiérrez no podrían viajar, así que aunque estábamos dentro del avión no sabíamos nada… hasta que de repente el capitán le da la orden a la tripulación de cerrar y asegurar las puertas y de abrocharse los cinturones de seguridad, con lo que pudimos al fin respirar profundo y poner fin a toda esta tensión y desesperación por la que tuvimos que pasar por llegar tarde al vuelo de Avianca que al final perdimos.
Las siguientes 9 horas fueron de mucha tranquilidad y disfrutando el vuelo.
El vuelo fue directo, pero yo no sabía si Carlos pudo hablar a Villahermosa, y si lo hizo, no sabía si Laura (mi cuñada) pudo hablar a Rodrigo. Después me enteré de todo lo que pasó en Chile con mi familia mientras Lisset, Danna y yo estábamos en el aire hacia Chile.
En Chile, cambio de planes, Locura total.
En Chile todos esperaban mi llegada el lunes en la mañana, pero los cambios de horario produjeron una verdadera locura.
Carlos, al ver que no llegué a su lado dentro de la siguiente hora, comprendió que al fin pude viajar, así que supongo se fue a su casa y desde allá llamó a Villahermosa, calculo que Carlos pudo hablar cuando yo ya llevaba un par de horas de vuelo… así que Laura le avisó a Rodrigo que llegaríamos ese mismo día a Chile…
Allá en Talca comenzó toda una locura con mis familiares y amigos, ya que ellos tenían contratado el bus para el día siguiente, pero yo llegaría en unas 6 o 7 horas más a Santiago, y como el viaje en ese bus iba a tardar 4 horas hasta Santiago, iban a tener muy poco tiempo, unas 2 a 3 horas, primero para ubicar a toda la gente, incluso al dueño del bus y poder realizar el viaje… también debían coordinarse con mis hermanas Pilar (Q.E.P.D.) y Quena con su hija Karen que viajarían de Constitución a Talca (2 horas) ese día para ir a Santiago juntas con todos, pero como se adelantó mi llegada tuvieron que viajar inmediatamente para alcanzar a mis padres y demás familiares… de hecho, creo que llegando a Talca, mis hermanas esperaron a una cuadra del terminal porque por ahí pasaría en autobús que iba a Santiago… gracias a Dios existen los teléfonos celulares y se pudieron coordinar a la perfección…
Cuando llegamos a Chile no sabía nada de esto, solamente confiaba que Carlos pudo hablar a Laura y ésta a Rodrigo para que mis padres pudieran recibirme en el aeropuerto. Yo estaba muy emocionado por estar nuevamente en Chile, era algo que me colmaba de alegría y de ansias.
Llegada a Chile, alegría, emoción, pero seguían los problemas…
Al bajar del avión y pasar por la aduana y entrar definitivamente al país, me encontré con otro imprevisto, resulta que cada turista mexicano, en Chile debe pagar un impuesto de US$15.00, y como yo viajaba con Lisset y Danna, la gracia eran 30 dólares, pero yo no tenía dólares, ya que me depositaban apenas al otro día. No sabía que hacer, ya que este requisito era indispensable para que mis dos mexicanas pudieran entrar a Chile, así que lo único que pensé en hacer era que Lisset y Danna me esperaran ahí y yo salir o mejor dicho entrar a Chile y sacar un poco de dinero de mi tarjeta y cambiar dólares, ya que el impuesto debía pagarse en dólares, pero el problema era que yo no tenía dinero en mi tarjeta y un módulo de cambio de moneda estaba cerrado. Yo no sabía que estaban todos mis familiares afuera, y estuvieron esperando bastante rato que yo saliera… estaban ya muy preocupados porque todos los pasajeros del vuelo de Aeroméxico ya habían salido hace rato, y nosotros aún no aparecíamos, y ninguno de ellos se explicaba por qué tardábamos tanto en salir, ya que todos los demás pasajeros del vuelo ya habían salido, incluso los de un vuelo siguiente que venía creo que de Madrid, pero nosotros aún no.
Estábamos con Lisset ya bastante desesperados cuando aparece mi prima Pamela Faúndez, que hacía un tiempo había entrado a trabajar en el aeropuerto y podía transitar por todos los lugares de la terminal aérea. Era un milagro, ya que a ella pude pedirle dinero y que me hiciera el favor de salir a cambiarlo por dólares. La cosa es que Pamela salió y regresó con esos anhelados 30 dólares para pagar los dos impuestos, hasta hoy agradezco a Dios el hecho que Pamela estuviese trabajando en el aeropuerto, que en ese momento haya estado trabajando, que nos haya ido a buscar, y que ella cargara dinero en ese momento… ya que ella se había enterado que íbamos a llegar a esa hora. Ya pasando por la aduana caminábamos hacia la salida cuando veo una tremenda bandera de La U, y bueno, obviamente se trataba de mi familia, era mi hermano Rodrigo, el cual en su mano izquierda tenía la bandera de La U y en la otra la cámara de video para grabar todo detalle de mi llegada. A su lado estaba mi papá con un plumero de papel en cada mano, al lado mi prima Mirta y a continuación mi mamá, todos ellos con una gran alegría, al igual que nosotros que estábamos llegando a mi país.
Pasando por la revisión de las maletas y cruzar esas puertas de cristal pude al fin abrazar a mis papás, fue un abrazo muy lindo, al igual que el abrazo con Rodrigo al cual adoro como nadie puede imaginarse, realmente fue un momento lleno de felicidad, eran casi tres años esperando para poder abrazarlos a todos, años en los cuales me pasaron muchas cosas, me casé, fui papá y bueno, una vida totalmente cambiada. De igual forma era un momento de infinita alegría porque mi familia (papás y hermanos) iban a conocer a mi hija que ya tenía un año y medio. Las lágrimas y la emoción duraron varios minutos, y nos disponíamos a salir del aeropuerto para tomar alguna micro o taxi y dirigirnos a la ciudad, pero de un repente, salen de la nada unas 25 personas, todos familiares míos, hermanos, primos y sobrinos, además de mis padrinos. Fue muy hermoso verlos a todos ahí y sentir el cariño de mi gente que tanto extrañaba por tanto tiempo y necesitaba ver. Aquí me explicaron todo lo que tuvieron que hacer apenas se enteraron que mi llegada sería el mismo día y no el lunes en la mañana como sería el Avianca.
Las personas que llegaron a recibirnos fueron las siguientes:
Mis padres (2),
Mi hermano Rodrigo, su esposa Elizabeth y su hijo Fabián (3);
Mi hermana Susana con sus hijos Francisca y Pablito (3);
Mis hermanas Pilar y Quena con su hija Karen (3);
Mis padrinos Iván y Edilia junto a sus hijos César y Daniel (4);
Mi prima Chira con sus hijos Yoli y Christhopher con su novia (polola) Karen (4);
Mi prima Nancy (1),
Mi prima Pamela con sus hijos Alen y Matías(3),
Mi prima Mirta (1),
Mi prima Ely con sus hijos Orieta y Luis (3);
Mi primo Roberto (1)…
O sea, eran 28 personas esperando nuestra llegada…. que bonito fue todo.
Después de aeropuerto, en el cual estuvimos mas de media hora, tomamos ese minibús y nos dirigimos donde mi tío Felipe y mi tía Cristina, a visitarlos, ya que mi tío estaba recién operado y no pudo ir al aeropuerto; aquí estuvimos cerca de una hora, ya eran las 2 de la madrugada, luego pasamos a dejar a mi prima Ely y sus hijos Orieta y Luis que viven en Santiago para al fin emprender el viaje definitivo a Talca, en el cual todos conversando y disfrutando el comienzo de mis vacaciones en Chile.
Ya en Talca, lo primero fue ver la casa, mi dormitorio, mis cosas, etc., hasta que el sueño era más fuerte y tuvimos que acostarnos a dormir un poco.